domingo, 1 de septiembre de 2013

El Mallo ... un Mega Nunchaku ...


En un viaje reciente por España tuve la oportunidad de visitar el museo del pueblo gallego en Santiago de Compostela, el cual recomiendo por cierto a quién se acerque por esos lares. Y qué tendrá eso que ver con el Karate Do Koei Kan, se preguntarán Uds. Pues bien, como dice el viejo refrán, en el lugar menos pensado salta la liebre. Resulta que viendo las vitrinas donde se exhibían los instrumentos de labranza que los campesinos gallegos utilizaban en sus labores agrícolas, en épocas pasadas, me llamó la atención un instrumento muy parecido a lo que podríamos llamar un Mega Nunchaku. En seguida saqué las consabidas fotos y me puse a investigar un poco. Resulta que el instrumento en cuestión, llamado Mallo (de mallar o golpear, en gallego) (Ver Foto 1), también se usaba para separar el grano del cereal. Los tallos cortados de trigo, centeno o cebada se colocaban en el piso, y el campesino, de pié, los golpeaba con el mallo repetidas veces hasta lograr el objetivo (Ver  foto 2). Enseguida noté la similitud de propósito con los nunchakus en Okinawa, utilizados en forma similar por los campesinos de esa isla en sus tareas.
 
Foto 1
 


Foto 2
 
Es curioso y coincidental que dos civilizaciones tan diferentes, separadas por tantos kilómetros de distancia, sin ningún contacto conocido hasta el siglo XVI, cuando bajo el reinado del rey Juan III los primeros marinos portugueses llegaron a Japón, hayan concebido un instrumento tan similar para ejecutar la misma labor. Siendo Portugal, país vecino de Galicia, cabe pensar si fueron los portugueses los que llevaron el mallo a Japón, y de ahí surgieron los nunchakus, pero eso es motivo para otra investigación y para otro artículo.

También es curioso que en Okinawa, motivado por la necesidad y las circunstancias, los nunchakus  hayan evolucionado en su uso hasta convertirse en arma de defensa personal, mientras que en Galicia el Mallo nunca pasó, que yo sepa, de mero instrumento de labranza. Por supuesto que no habrá faltado el salvaje que le haya asestado un mallazo  por la cabeza a otro congénere, en una disputa sobre el agua para regar los campos, pero eso, además de doloroso,  debe haber sido meramente circunstancial.

Me pregunto que hubiese pasado si en Galicia se hubiese desarrollado una disciplina parecida al  Kobudo y se hubiesen utilizado  los instrumentos de labranza de la Foto 3 como armas de defensa personal. Habría habido algunas bien intimidantes como la siniestra guadaña a la derecha de la foto, de por sí favorita de la que apaga la luz. 
 
Foto 3
  

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